Huestes Celestiales

1995

Ahí están… Más carnales que nunca, ofreciéndonos su protección y ayuda sin pedirnos nada a cambio, quizás sólo, que no los olvidemos de ellos.

Hacen tanto y se dan tan poca importancia… Tenemos que aprender a sentirlos, a hacerles partícipes de nuestros deseos, porque de ese modo todos seremos felices.

Lourdes Almeida nos ofrece sus voluntarios para hacernos soñar.  Ángeles solitarios, dispuestos a darlo todo por nosotros.

Pero si fuéramos aún más atrevidos veríamos la oportunidad de ser el ángel que dejamos de ser, cuando se nos cayeron las alas, y de dejamos de creer.

Abrimos nuestras puertas, que son como nuestros brazos, a esta mujer, que nos permite con su obra y sensibilidad, asomarnos a una parte de su intimidad.

Paola Dominguín, Turégano, España, 2004

Anterior
Anterior

Instalaciones

Siguiente
Siguiente

Retrato de Familia, la Nación Mexicana